Si tu empresa desapareciera hoy, ¿por qué la recordarían?
No lo sabes… plantéate lo siguiente
De todas las características con las que puedes definir tu negocio, si solo pudieras quedarte con una, ¿cuál sería?, la tienes… y esa característica, ¿define el impacto de tu negocio en tus clientes?, ¿define su razón de ser para el mundo?
Si la respuesta es sí, ¡enhorabuena!, tienes el propósito de tu empresa y su propuesta de valor muy bien definidas, ya puedes dejar de leer… ¡Ah, qué no! No pasa nada
Volvamos al principio, coge un papel y divídelo en varias columnas. En la primera, analiza las 6 características principales de tu negocio, aquello que lo define, no las que hablan de los productos o servicios, sino de lo que consigues tú con tu empresa. En la siguiente columna, identifica si esa característica responde a las necesidades del cliente y ordénalas por orden de importancia para estas personas. En otra columna analiza cuál es el impacto de cada característica en tu mundo (tu ciudad, tu sector, tu entorno…) y ordena de nuevo por orden de importancia.
Ahora que lo tienes todo junto… si tuvieras que quedarte solo con una, ¿cuál sería? ¡Ese es el propósito de tu negocio!, y si no te dice nada… es que algo falla, o tienes un grupo demasiado ampliado de clientes, o el valor percibido de tu producto no está claro, o es que estás compitiendo por precio o calidad y no sabes qué te diferencia. Si este es tu caso, te recomiendo que revises primero tu propósito personal, una vez que tengas el tuyo quizá cambie tu percepción de tu negocio.
Definir tus líneas rojas, forman parte de la definición del propósito y trasladarlas a tu negocio, cambia sustancialmente cómo este funciona.
Una vez que tengas tu propósito claro, piensa de nuevo en tu negocio, de tus clientes… ¿Cuál es el mejor? (paga rápido, no pone peros y encima valora tu trabajo), ahora que ya tienes una persona en mente, piensa si solo pudieras ofrecerle una solución (no un producto o un servicio), ¿cuál sería?
El propósito del negocio tiene que ir más allá de su catálogo, es aquello que realmente conecta con los clientes, así que antes de definir qué vendes, o cómo lo vendes, tienes que entender por qué lo vendes.