Emprender es lo más parecido a vivir al borde del abismo, incertidumbre es el sentimiento más habitual.
Me explico, cuando te asomas a un precipicio tienes sentimientos encontrados, la inmensidad de lo que estás viendo, lo cual te produce cosquillas en el estómago y por otro lado el vértigo de la caída, si te acercas más de lo debido y pisas mal… se acabó
Emprender es una actitud, no hace falta poner un negocio en marcha para tener «esa» actitud, es la determinación de tomar decisiones constantemente, de ser consciente de que eres dueña de tu vida y que lo qué suceda depende en un 90% de ti, esta es la parte más complicada..
Generalmente nos dejamos atrapar por nuestra propia vida, cosas cotidianas, problemas con la pareja, los hijos, el trabajo, el dinero… ruido que no nos deja pensar con claridad, tenemos la sensación de estar tomando decisiones todo el tiempo, apagando fuegos y resolviendo problemas, tenemos una falsa sensación de control sobre nuestra vida, pero… lo siento, es irreal.
¿Estás tomando decisiones que te encaminan a dónde quieres llegar?
¿Llevas la vida que deseas?
¿Hay tiempo para ti en tu propia vida?
¿Al final del día el balance es positivo?
¿Tienes un plan A, B o C, por lo que pueda pasar?
Si tienes más 3 No, lo siento, no tienes el control de tu vida y deberías desarrollar una actitud emprendedora y recuperar el control.
Probablemente si has llegado hasta este blog, haya sido buscando respuestas. ¡Enhorabuena! no las tengo todas, pero he pasado exactamente por lo mismo que tú, es más, a veces la vida me hace retroceder y tengo que volver al punto de partida. La ventaja es que ya sé qué va a pasar y puedo anticiparme y resolverlo, lo mejor: Quiero compartirlo contigo para que dejes de sentirte así.
La primera conclusión es: emprender no es fácil, requiere de mucha energía, pero con planificación y constancia puedes conseguirlo.
No hace falta que pongas en marcha un proyecto, cuando desarrollas esa actitud, puedes aplicarla a cualquier ámbito de tu vida y da igual que tengas un negocio propio o que trabajes para otro. Pero si decides comprometerte contigo misma, la recompensa es absoluta: Convertir lo que haces en tu filosofía de vida, créeme, la satisfacción de sentirlo, no tiene precio.